Por
primera vez descubrí una afición que yo no sabía que tenía, y
resulta que lo hago mejor de lo que yo pensaba. Y fue gracias a mi primo Pablo.
Mi primo y yo empezamos
a pintar cada uno un cuadro.
Al principio decíamos que nos iba a salir muy feo, pero nos íbamos ayudando uno al otro y al final nos salió muy bonito.
Al principio decíamos que nos iba a salir muy feo, pero nos íbamos ayudando uno al otro y al final nos salió muy bonito.
Empezamos,
como siempre hay que hacer en todos los trabajos, organizándonos.
Después
cogimos los lienzos, los lápices y los borradores.
Y comenzamos a dibujar la figura que queríamos, en este caso un pájaro.
Cuando
terminamos de dibujar los pájaros, nos organizamos de nuevo y
echamos la pintura en una paleta, escogimos los pinceles y…
¡¡¡Ah pintar!!!
Después
de media hora o así ya teníamos el cuadro terminado sólo quedaban
los retoques y los detalles.
Cuando
les hicimos los retoque y los detalles los pusimos un rato delante
del ventilador para que se secaran pero no se secaron nada.
Ya
una vez terminados se lo enseñé a mi padre, mi madre, mi tía y mis
abuelos y la verdad que sólo con la cara se notaba de que estaban
ilusionados de lo bien que me quedó.
Jesús.